En los últimos años, se han acentuado los acalorados debates sobre qué hay que comer y qué no. Mientras que hay personas que rechazan con obstinación plantearse el origen de los alimentos que ingieren, otras se muestran catastrofistas y adaptan posturas vegetarianas muy agresivas. Ante este dilema, existe una tercera opción: llevar una alimentación ética y tolerante que favorezca la convivencia.
La conocida psicóloga y crítica gastronómica Roberta Schira propone derribar algunos de los muros levantados respecto a nuestras dietas, rebatil ideas preconcebidas y acabar con determinadas falsedades. Por ello, describe la existencia de un nuevo omnívoro; éticamente responsable con el consumo y, al mismo tiempo, capaz de disfrutar de vez en cuando de un "alimento prohibido". El placer en la mesa también tiene una función terapéutica.